Cortinas acústicas Soundex
Las cortinas acústicas Soundex cuentan con una tecnología especial que les confiere un poder de absorción del sonido particularmente apreciable para el confort acústico del hogar. Son capaces de reducir hasta 15 decibelios los ruidos que llegan a través de las ventanas, para proporcionar a sus estancias un ambiente más sosegado.
Además de ser opacas, las cortinas acústicas se adaptan a su ritmo de vida y le ofrecen la libertad de modular la luz hasta el grado de oscuridad total, para lograr un sueño reparador de una calidad impecable. Por último, contienen una capa térmica que evita que se escape el calor en invierno y conserva el frescor en verano. El resultado es una temperatura interior ideal durante todo el año, además del ahorro energético y una reducción de la factura eléctrica.
Cubrir las ventanas y puertas de cristal con cortinas acústicas son la mejor solución. Las superficies de cristal reflejan la mayor parte de las ondas de sonido que inciden en ellas, absorbiendo poca energía. Además, la que consiguen absorber provoca vibraciones, lo que les permite emitir su propio sonido, y, así, pueden ocultar una parte de las señales musicales que nos interesa preservar. Por esta razón, lo ideal es colocar unas cortinas acústicas delante tanto de las ventanas como de las puertas de cristal. Una cortina de alta absorción al sonido absorberá una parte de la energía de las ondas que «choquen» contra ella.
Este tipo de cortinas son también utilizadas en espacios de trabajo. El ruido puede llegar a ser uno de los agentes contaminantes más frecuente en los puestos de trabajo incluidos los de tipo no industrial, por ejemplo, las oficinas. Las cortinas Soundex, han sido probadas bajo ensayos para certificar su eficacia. Es cierto que en estos ambientes rara vez se presenta el riesgo de pérdida de capacidad auditiva, pero también es cierto que el ruido, aun a niveles alejados de los que producen daños auditivos, puede dar lugar a otros efectos como son: alteraciones fisiológicas, distracciones, interferencias en la comunicación o alteraciones psicológicas. Estos efectos son difíciles de valorar y, en la práctica, cualquier evaluación de la exposición a ruido en oficinas debería empezar por conocer el grado de molestia expresado por los trabajadores de la oficina.